En la apariencia de la política formal se encuentran los intereses de clase

La vigencia del marxismo en el análisis del Estado, herramienta imprescindible para la clase obrera

JoséA. González
Partido Comunista de México

Es un hecho que los conflictos sociales se agudizan por todo lo ancho y largo del país. Las consecuencias de la crisis, del despojo y demás formas que tiene el capital para acumular o restablecer sus ganancias se reflejan en la violencia, el crimen, los disturbios y las expresiones espontáneas de protesta de las clases explotadas e incluso de la pequeñaburguesía. Hemos presenciado la aparición y fin de movimientos cuyos objetivos no lograron concretizarse en nada, en que su lógica y concepciones inspiradas en el liberalismo político fueron una trampa para desactivarlos, desmovilizarlos y a final de cuentas, integrarlos al sistema. Uno de los errores más comunes que caracterizaron a estos movimientos políticos, y que también prevalece en gran parte de la sociedad, es la poca comprensión del funcionamiento del Estado en el capitalismo. Es asíque estos errores llevaron a esperar imparcialidad del poder y no comprender los intereses y objetivos que condensa el Estado. Ante esta problemática, la concepción marxista del Estado es una herramienta para superar dichos errores que derivan en planteamientos ingenuos y, en el peor de los casos, en el oportunismo.

Según el análisis marxista, el Estado es producto de la sociedad dividida en clases, en palabras de Lenin:

“El Estado es una maquina para mantener el dominio de una clase sobre otra, pues no es posible obligar a la mayor parte de la sociedad a que a que trabaje sistemáticamente en beneficio de la otra parte, sin un aparato permanente de coerción. Mientras no existían las clase, tampoco existía este aparato. Pero cuando surgieron las clases, siempre y en todas partes, paralelamente al desarrollo y consolidación de esa división, apareciótambién una institución especial: el Estado.”(Lenin, acerca del Estado. PP. 18. Editorial Grijalbo.)

Es asíque el Estado representa los intereses de una clase y excluye las necesidades del resto de la sociedad. Un poder asíjamás seráneutral. Las distintas instancias y niveles que componen a dicho poder están de igual manera atravesadas por las relaciones de explotación: el gobierno, el ejército, el legislativo, etc. De esto se deriva que todo gobierno en el marco de esas estructuras responderáa los intereses de la oligarquía y que toda forma que adopte el Estado, en el contexto de las relaciones de explotación, seráuna dictadura de clase. Y es que aún cuando haya contradicciones entre fracciones de la propia burguesía, el Estado resolveráa favor de una otra de manera particular, pero en términos absolutos, procura la reproducción de las condiciones de su supervivencia.

Lenin también da un análisis de tremenda vigencia cuando señala que en la apariencia de la política formal se encuentran los intereses de clase:

“Los hombres han sido siempre en política víctimas necias del engaño de los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir que detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, están los intereses de una u otra clase”(Lenin,Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. PP. 52. Editorial Progreso.)

Este análisis esclarece en quémedida no hay una política al margen de la burguesía, de cómo aunque no parezca tener relación con el poder político, es responsable y beneficiaria de las leyes que se aprueban en la esfera política.

Es importante entonces evitar idealizar al Estado, renunciar a su fachada ideológica, pues una forma de mantener su estabilidad es convencernos de que su función es servir para el bien general, atribuyendo la inviabilidad de su sistema a errores de administración de uno u otro político. Debemos entender que los políticos no son más que funcionarios a sueldo del Estado, cuya actividad se circunscribe a determinada estructura social y de clase. No es cuestión de voluntad, o de que cierto político llegue al poder para que las cosas cambien.

Movimientos que se subordinan a esta visión del poder no hacen más que reproducir la hegemonía política e ideológica, pues se adaptan a los establecido exigiendo solamente reformas parciales las cuales son imposibles de realizar dentro del capitalismo. Asimismo, renuncian al derrocamiento del Estado burgués y a la toma del poder, pues ven en dichas instituciones la posibilidad de incidir ya que suponen que es un poder neutral y desinteresado. Esto conduce a un circulo vicioso ya que, como es previsible, el poder nunca resuelve una exigencia de manera voluntaria, aplazando siempre los cambios que no puede, ni tiene interés, de realizar.

El proletariado no debe ir a remolque de estas ideas, no puede enajenarse con un discurso que no corresponde a su realidad como clase, que muestra al Estado explotador con un rostro amable dispuesto a escuchar todas las demandas. Las clases explotadas sólo pueden conquistar su verdadero bienestar arrebatando los medios de producción y el Estado de las manos de los capitalistas y creando sobre las cenizas del antiguo poder, uno nuevo que represente sus intereses y que condense su dominio sobre las otrora clases explotadoras.

Es por eso que la a necesidad de la conciencia de clase y de una dirección política revolucionaria es evidente ahora que los movimientos se pierden en el oportunismo, la dispersión, en las luchas gremiales y parciales. Los últimos acontecimientos relacionados a las protestas de los estudiantes del Instituto Nacional Politécnico en contra del cambio de reglamento de su institución, generaron mucho optimismo y simpatía, amén de que sus demandas son justas, no podemos soslayar que gran cantidad de estudiantes enarbolaron un discurso de desprecio al obrero dado que han asumido el discurso pequeñoburgués aspiracional y arribista. No obstante, es claro que no dejan de ser parte del proletariado por más instrucción y estudios que tengan, pues aunque no quieran ser “mano de obra”, la mayoría de ellos con lo único que cuentan para sobrevivir es con su fuerza de trabajo.

Son las organizaciones del proletariado las que tienen como deber influir, plantear y elevar las luchas y la conciencia de los explotados. En las condiciones actuales no caben los errores, la confianza ciega en el gobierno y el Estado, el espontaneismo y la mezquindad. Pasar de la ofensiva a la defensiva es fundamental, resarcir las injusticias, pero al mismo tiempo, asegurar que nunca más vuelvan a ocurrir.

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